Los mercados financieros secundarios ponen en contacto a solicitantes y oferentes de financiación permitiendo a los ahorradores participar en el capital social de las empresas y adquirir títulos de deuda a largo plazo. Por regla general, los instrumentos financieros negociados en este tipo de mercados suelen tener una elevada rentabilidad en detrimento de la seguridad que ofrecen. Aquí se englobarían los instrumentos de renta fija, renta variable y algunos catalogados como híbridos.
Si pensamos invertir en renta fija podemos invertir en bonos u obligaciones. Estos títulos representan una parte de un préstamo que se hace a la sociedad emisora de los títulos. Su vencimiento suele oscilar entre 3 y 5 años y su interés o cupón se determina en el momento de la emisión. Además de bonos y obligaciones, podemos invertir en bonos de titulización (basados en ciertos activos) o en cédulas territoriales que no son sino una parte de la deuda que emiten las entidades bancarias para financiar al estado, comunidades autónomas y/o corporaciones locales.
A la hora de invertir en renta variable, la acción es la más popular. Una acción es la parte alícuota del capital de una empresa y su tenencia nos proporciona varios derechos, entre los más importantes: derecho a percibir un dividendo (en caso de que lo haya) y derecho a votar en las juntas de accionistas (también existen acciones sin derecho a voto). Existe una categoría especial de acciones denominadas acciones preferentes que son aquellas que dan derecho a percibir un dividendo fijo con preferencia a los accionistas ordinarios.
Los instrumentos financieros híbridos constituyen un intento, por parte de los emisores, de adecuar la rentabilidad y la seguridad a su necesidad de financiación y a la demanda del mercado. Entre ellos existen:
- Obligaciones indexadas: cuya rentabilidad se determina en función de un índice o una divisa.
- Obligaciones subordinadas: cuya rentabilidad está determinada en función de los beneficios de una empresa. Permiten el cobro de un cupón y, además, un porcentaje de los beneficios si los hubiera.
- Obligaciones convertibles en acciones: su rendimiento puede ser convertido en acciones del emisor, esto facilita su colocación.
- Participaciones preferentes y financiación subordinada: en ambos casos se trata de instrumentos financieros a muy largo plazo (a veces son emisiones perpetuas) y cuyos tenedores cobrarán cuando la entidad emisora tenga beneficios de libre disposición.
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